Ronaldo Mega nació el 21 de marzo de 1931 en Buenos Aires. Estudió las carreras de Farmacia y Bioquímica en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Esposo de Elda Inés Cortez, fue padre de seis hijos: María Cristina, Silvia Mónica, Liliana Noemí, Ronaldo Aníbal, Jorge Enrique y Sandra Inés.

Me tocó compartir con él la organización del IV Congreso Argentino de Microbiología, él como responsable del área de finanzas mientras que yo “hacia de secretario”, así que, en épocas de máxima austeridad mostró ser tanto un eficiente emprendedor para solucionar las necesidades financieras que nos aquejaban, como un custodio acérrimo de los fondos no propios que le tocó administrar. Su frase predilecta, entonces, cuando no había empresas en quienes descargar la responsabilidad del manejo de las reuniones científicas, era …”al vicio de pedir, la virtud de negar”. Jamás permitió que el comité organizador pusiera en riesgo el patrimonio de la asociación, haciendo que todos asumiéramos ese compromiso como propio. Tenía Ronaldo, entonces, apenas más de 50 años, siendo para mí un “hombre grande”, contemporáneo de mi padre y del director de la que era mi incipiente tesis, Ramón de Torres. Su carácter jovial (pero firme) hizo que la relación con los más jóvenes del comité fuera sumamente fluida y educativa para con nuestras responsabilidades organizacionales futuras.

Así como fue un celoso custodio de los fondos de otros, fue un generoso sostén para el desarrollo de la incipiente pero líder microbiología de entonces, tanto de su tiempo personal como a través de su empresa, Britania, ayudando activamente al dictado de cursos (o realización de jornadas) en lugares súper distantes de la Argentina de entonces.  Estas jornadas fueron seguramente parte del caldo nutritivo que ayudó a, más adelante, la realización de los congresos de la sociedad Argentina de Bacteriología Clínica, en estrecha colaboración con los más conocidos infectólogos de entonces.  Parte de su generosidad como empresario fue el estímulo para quien era su mano derecha en los aspectos científicos y técnicos, Carlos Guardiano, pudiera tener el tiempo para cooperar con quien lo necesitara para mejorar las técnicas diagnósticas aplicadas, muchas veces compartiendo sin muchas reservas lo aprendido en el desarrollo de los productos propios.

Debemos recordar que Britania, como empresa, nació en 1960, a partir de la visión de Ronaldo, (y la influencia de quien recordamos como uno de los más destacados inmunólogos del país) el Acad. Ricardo Margni, quien dictó un curso sobre la fabricación de discos para antibiogramas, por lo que con la asesoría voluntaria de Casimiro Rechinewski, desde la UCA, tal como lo recuerda Alicia Farinati en una nota en su memoria para la AAM, pudo lanzar los Discogramas Britania que fueron un éxito inmediato.

Su empresa, fiel al estilo familiar que él quería que tuviese, incorporó a sus hijos, y de ellos, su nieto tuvo que asumir muy tempranamente la presidencia al fallecimiento de su padre, Jorge Meda.

Ronaldo fue incorporado como Académico Correspondiente en 2004, bajo la presidencia del Acad. Claudio Sanahuja, siendo presentado por el Acad. Ricardo Margni. Su disertación fue “Mi contribución a la profesión farmacéutica y bioquímica”.

Contribuyó como miembro de varias comisiones, incluyendo “ejercicio profesional”, “publicaciones”, “asuntos financieros”, y la “Comisión de Honor” por los 150 años de la Revista Farmacéutica”.

En 2009 es designado Académico Titular, bajo la presidencia del Acad. Modesto Rubio.

Fungió (no sorprendentemente para mi) como Tesorero de la Academia en dos períodos.

En 2013 fue designado Académico Emérito.

“De aquellos sueños juveniles de formar una empresa industrial, algunas cosas hemos logrado: el carácter profesional que siempre impulsamos a nuestras actividades, el mantenimiento de una ética, la búsqueda de nuevos métodos que facilitaran y atemperaran las tareas de los profesionales a los que proveemos nuestros productos, un estricto control de calidad, siempre teniendo como meta las normas internacionales y con la más profunda fe en el nuevo rumbo, que ahora está tomando nuestra nación”, expresó Ronaldo en 1990, en el aniversario número 30 de la empresa.

Su legado está hoy presente en los laboratorios, no solo de microbiología clínica, sino también en los de la industria de alimentos, cosmética, biotecnológica y farmacéutica, tanto en Argentina como en decenas de países donde llegan sus productos. Y también, en las sociedades científicas y académicas, como la nuestra, donde es recordado por quienes tuvimos la oportunidad de compartir actividades con él.

 

Acad. Gabriel Gutkind